Lo reconozco: estoy enganchado
a Anatomía de Grey. Me han instalado la fibra óptica y voy ya por la quinta
temporada (y son un montón de episodios). Lo que mas me llama la atención es la
competitividad y el ansia de trabajar las horas que sean y a hacer lo que sea
de los médicos residentes para aprender y ser los mejores. Incluso hay un
capítulo en el que se operan entre ellos sin permiso del hospital y casi de
cualquier manera.
Sí, ya sé que es ficción, una
exageración y demás… pero es una muestra de que el ansía de aprender y el
esfuerzo personal es el camino para conseguir lo que hoy llaman la excelencia.
Y está claro que los centros educativos privados de los Estados Unidos es lo
que venden: excelencia a golpe de talonario y exigencia.
Antes también en los centros
educativos andaluces se vendía excelencia. Hoy se vende equidad, lo que
significa que todos los alumnos deben conseguir los objetivos marcados. Muchas
veces no importa qué objetivos, sólo importa que todos lleguen a ellos. Es como
si a los equipos andaluces de primera división se les exigiera que todos los
chicos que se presenten a las pruebas de selección tengan que acabar jugando en
el primer equipo: el resultado cierto será un equipo mediocre que descenderá a
segunda, donde los buenos jugadores no mejoran todo lo que podrían.
Quizás me equivoco. No sé.
Miércoles a cuarta hora. Estoy
de guardia y falta la compañera de francés. Me dan un examen en francés para
que lo hagan los alumnos de un tercero bilingüe. Es un tercero bueno (eso me
dicen, pues yo no los conozco).
Entro en la clase y hay un
guirigay grande, algo normal en una clase después del recreo y en pleno mes de
junio. Pasan tres minutos y yo no existo (a fin de cuentas no soy su profesor).
Pego un grito y me miran (lo que aprovecha un alumno de otra clase para salir
disparado hacia la suya, antes de que me de cuenta y se lleve una bronca).
- La profesora de francés ha
faltado. -digo- Así que colocaros para hacer el examen.
Hay algunos que reaccionan,
pero la mayoría permanece en sus asientos, uno al lado del otro en mesas de
dos.
- Así no se puede hacer el
examen. -insisto- Separad las mesas y poneros uno enfrente del otro en la mesa.
Ni flowers. Nadie mueve un
músculo. O no me han entendido o (lo mas probable) se hacen los sordos.
- Cuanto mas tardéis -informo
en tono amenazante- menos tiempo tendréis para el examen.
Deciden perder quince minutos
en total. Incluso tengo yo que mover alguna mesa, mientras el alumno sentado en
ella me mira con cara de no entender nada.
Reparto el examen (¡por fin!),
me siento y empiezo a leer mi libro sobre la relatividad (Einstein y eso, ya
saben). Pasan cinco minutos, levanto la cabeza y ¡nadie está escribiendo!.
- ¿Pasa algo?- pregunto.
-Es que no sabemos lo que hay
que hacer- contesta alguien.
- Pero en el examen pondrá lo
que hay que hacer, digo yo.
- ¡Pero es que está en
francés!- dicen varias voces a coro.
- Normal -contesto con sorna-
es que se trata de un examen de francés.
- Pero la profesora nos explica
lo que hay que hacer en el examen.
Esto último me pone de los
nervios.
- La profesora no está. ¡ Y no
me puedo creer que no ponga en el examen lo que hay que hacer! -digo, ya
claramente enfadado.
- ¡Pues yo no entiendo lo que
hay que hacer!.
- Ni yo- dice otro.
- Yo tampoco- salta otra
alumna.
Los miro fingiendo cara de
pena.
- ¿De verdad me tengo que creer
que alumnos que llevan tres años estudiando francés no son capaces de saber lo
que hay que hacer en un examen cuando yo,que no tengo ni puñetera idea de
francés, seguro que lo leo y sé que hay que hacer?-
Ya me miran con atención (un
tanto a mi favor).
- Y que conste que empleo la
palabra “puñetera” sólo porque es el lenguaje que ustedes usan y “me se“
entiende mejor. -risas entre el público- ¿Que no?, pues ya verán ustedes. -
Lanzo mi farol.
Así que cojo el examen de
manera exagerada y lo estudio unos instantes generando expectación.
- Contesta al correo
electrónico y da tu opinión- les espeto mientras le señalo con el dedo.
- Y, y ahora los vais a flipar,
-digo con el dedo en alto- ¡no se te olvide usar los conectores!- les arrojo
triunfante.
Aprovecho las caras de asombro
para entrar a matar.
-¿Ven ustedes como si se quiere
se puede?. Si yo, que les recuerdo que no tengo ni idea de francés ,mas allá
del “oui monsieur, oui madam”, soy capaz de hacerlo, ¿porqué ustedes no?.
- Ustedes saben mucho francés.
De hecho saben más francés del que imaginan. Sólo es cuestión de intentarlo.
¿no les parece?. - les insisto entre condescendiente y paternal- Así que no se
hagan los torpes y al examen.
Y allá que se ponen a hacer el
examen, menos uno que se queda dormido sobre su mochila con el examen vuelto
cara a la mesa y que se niega a hacer nada.
Lo que me lleva a reflexionar
sobre el hecho de cómo explicar que alumnos buenos que llevan tres años
estudiando francés ni se molesten en leer el examen. Porque, aquí entre
nosotros, no hace falta saber francés (del que no sé nada) ni ser ningún genio
para traducir algo así como ”donne tu opinnion o contes de correur”.
¿Cual es la causa?. Tengo una
respuesta sencilla. Y las respuestas sencillas, como decía Ockham, suelen ser
las correctas. Llevamos años quitando a los alumnos la responsabilidad de lo
que hacen. Si algo va mal siempre hay alguien que soluciona el problema.
Siempre hay alguna causa externa al alumno que explica su error. Siempre hay
alguien encima del alumno, sustituyendo su responsabilidad, su esfuerzo, por el
de un adulto.
Piénsenlo bien. Antes un alumno
de primero de ESO con faltas de ortografía podía ser suspendido en lengua
(fundamentalmente) por ello. Y el alumno se esforzaba mucho por evitarlas, con
lo que en segundo de ESO las faltas desaparecen. Pero ahora hacer eso es
"penalizar al alumno" y no se puede hacer. En vez de ello, se
pretende que todos los profesores se esfuercen en controlar todas las
actividades del alumno, que deben de escribir muchas fichas de ortografía de
cada falta. Y sin penalizaciones. Resultado: los alumnos llegan a bachillerato
con faltas de ortografía y los que no llegan ni les cuento.
Si el alumno no pone el
despertador y su padre no lo despierta, éste aduce frente al profesor que la
culpa es .....de su padre por no despertarlo. Si se suspende física puede haber
explicaciones varias tipo se me da mal, el libro es muy malo, se ponen
ejercicios que no han hecho antes, esto es muy difícil y no lo entiendo y nadie
me lo explica en casa etc. Siempre causas ajenas a su voluntad.
Ocurre lo mismo en la sociedad:
está prohibido vender y servir bebidas a menores de 18 años.... pero si los
menores deciden beber, el ayuntamiento les pone botellódromo gratis con
servicios de policía (para que no se peleen) y ambulancias (por si deciden
emborracharse mas de la cuenta), para que beban a gusto. Y si pasa algo, con
multar al padre va que chuta.
Y claro los chavales cada vez
tienen menos autonomía personal y menos capacidad de aprender por sí mismos.
Los profes lo sabemos, lástima que el resto del mundo parece no saberlo.
Post data: El post está dedicado a esos alumnos de francés
que quizás el año que viene sean mis alumnos. Espero que tomen buena nota de
él.