Del 7 al 9 de Mayo de este año se celebró la
feria de la ciencia de Sevilla. Yo nunca había ido a este tipo de eventos,
porque pensaba que iba a ser algo aburrido y superfluo. Después de ir este año
me ha quedado claro que no hay nada mejor que la ignorancia (en este caso la
mia propia) para cometer errores garrafales.
Porque la feria es todo lo contrario de lo
que yo pensaba. Es divertida. Es interesante. Es amena. Sirve para ilustrar con ejemplos prácticos algunos aspectos
teóricos de nuestras asignaturas que, por falta
de tiempo y materiales, no podemos ilustrar de forma adecuada en los
centros educativos.
La feria crea ilusión por la ciencia y la
experimentación en los alumnos y también
en los profesores. Nos ayuda a mantener viva nuestra vocación por la enseñanza
de la ciencia. Además consigue establecer un clima de cercanía entre el maestro
y los aprendices; lo que influye de forma positiva en el día a día del aula: la
complicidad entre el que enseña y el que aprende me parece algo importante para enseñar (por lo menos es mi caso y yo la
busco, con mejor o peor acierto).
Entrando en la feria el sábado
Entrando en la feria el sábado
Mi travesía por los diferentes tenderetes
resultó una aventura deliciosa; con toques de asombro, diversión, aprendizaje,
enseñanza, humor y, por qué no decirlo,
hasta de locura, al ocurrírseme la idea (¡horror!) de hacer algo
parecido a la feria con los alumnos de ámbito.
Me encantó experimentar cómo las patas del
insecto corteza se enganchaban en mi piel. Su cuerpo de alien resulta
fascinante de contemplar y no es difícil imaginárselo como la inspiración
original de muchos de los bichos que salen en las pelis de ciencia
ficción. A mi lado un hombre tenia en su
mano una especie de cucaracha gigante que sólo dios sabe de dónde la habían
sacado sus propietarios (reconozco humildemente que fui incapaz de tocarla, aunque los chavales me lo ofrecieron varias
veces).
Insecto corteza Cucaracha XXL
En otro lugar me llamó mucho la atención un
hormiguero real construido en una caja rectangular transparente. Un año de duro
trabajo de las hormigas estaba plasmado en esa caja. A su lado otra caja similar pero con tan sólo
semanas de vida. Los alumnos habían introducido una alúa (hormiga reina con
alas) y ella sola había llegado a producir y construir el hormiguero. Me quedé
un rato observando la distribución y contenido de las diferentes salas de esa casa subterránea (mientras, en un stand cercano, un
pollo de ave rapaz me miraba con pinta de no saber muy bien que hacía él allí).
Hormiguero
En el stand de “la ciencia no se jubila” pude comprobar como los profesores que ya no dan clase siguen sintiendo el gusanillo del amor por enseñar, volcando toda su experiencia docente en el diseño de experimento sencillos y tremendamente efectivos desde el punto de vista didáctico. ¿Es posible, me pregunto, construir una maqueta mas sencilla que muestre de forma tan clara el funcionamiento de un aerogenerador (“molino de viento” para algunos alumnos) y de la energía eólica?.
Maqueta de energía eólica
En el stand de “la ciencia no se jubila” pude comprobar como los profesores que ya no dan clase siguen sintiendo el gusanillo del amor por enseñar, volcando toda su experiencia docente en el diseño de experimento sencillos y tremendamente efectivos desde el punto de vista didáctico. ¿Es posible, me pregunto, construir una maqueta mas sencilla que muestre de forma tan clara el funcionamiento de un aerogenerador (“molino de viento” para algunos alumnos) y de la energía eólica?.
En el
stand del Centro Nacional de Aceleradores pude contemplar el “cañón de Newton”,
que disparaba pequeñas bolas de acero a gran velocidad basándose en un sencillo
principio de dinámica y usando pequeños imanes. También tenían un fantástico
aparato que mostraba de manera muy
vistosa las características de la fuerza
de Lorentz, fuerza que aparece cuando un campo magnético actúa sobre cargas en
movimiento. Me pareció un experimento impresionante, tanto que grabé un vídeo
para mis clases de física de segundo de bachillerato. Y lo hago porque siempre
he creído que el alumno que “ve” un principio de la física es mas capaz de
comprenderlo.
Pero de todo lo que ví lo que mas me llamó la atención fue la cara de sorpresa
de los visitantes mas pequeños. Los sencillos experimentos de nuestra “magia
del agua” sobre tensión superficial aparecían a sus ojos como verdadera magia, no como trucos
de magia.
Observaban extasiados el efecto marangoni
que se produce al romperse la tensión superficial de la leche al añadir un
tensioactivo (jabón). Su boca dibujaba un “oh” muy grande, mirando a
continuación incrédulos a los maestros
de ceremonias, nuestros chicos.
Y ese es otro de los aspectos interesantes
de la feria. Nuestros alumnos demostraron su autonomía y fueron capaces de
explicar con mucha eficacia y soltura (y mucha paciencia, lo que es una gran
virtud) los diferentes experimentos. Todo lo cual dice mucho de su esfuerzo y
el de mis compañeros (la profesora de proyecto integrado, de artes gráficas, el
profe de dibujo, los biólogos, etc).
Y si tienes la suerte de encontrarte en la
feria a algún querido amigo y compañero de facultad (lo que es probable en ese
ambiente) pues el día te puede resultar muy completo.