Cuesta trabajo imaginar que los
cientos de puntos de luz que podemos observar en el cielo nocturno son soles
como el nuestro, pero que se encuentran a una distancia enorme de nuestro hogar
planetario. Algunos de ellos son cientos de veces mas grandes que nuestra estrella, volcando
furiosamente al espacio ingentes cantidades
de energía.
¿De dónde sale toda esta
energía?. Hoy sabemos que la reacción
responsable es la fusión (unión) de átomos de hidrógeno en helio. En la fusión,
la masa de los protones y neutrones encerrados en los núcleos de helio es un
poco menor que la masa de los neutrones y protones encerrados en los
núcleos de hidrógeno ( a pesar de ser las mismas partículas y estar en las
mismas cantidades). Esta pequeña diferencia de masa es la que se manifiesta en
forma de energía desprendida, según la famosísima ecuación de Einstein E =mc2.
Pero para que los núcleos de
hidrógeno se unan, deben acercarse lo suficiente para que la fuerza nuclear
fuerte “atrape” a los dos núcleos en uno solo (el nuevo núcleo de helio). Los
núcleos tienen que acercarse tanto, que
su velocidad debe ser enorme. Y esto sólo ocurre a temperaturas tan elevadas
como las que hay en el interior de nuestro Sol.
Si el hombre fuera capaz de
repetir el proceso en la Tierra, a pequeña escala y de forma segura, tendríamos energía ilimitada por tiempo
ilimitado. El problema es que todavía no sabemos como hacerlo.
Se comprende el revuelo
científico cuando M. Fleischmann y S. Pons, científicos estadounidenses, dan
una conferencia de prensa en marzo de 1989 y anuncian, a bombo y platillo, que
han logrado producir reacciones de fusión a temperatura ambiente, con un
aparato relativamente sencillo y barato. Es lo que se denominó fusión fría: el
preludio de energía ilimitada y (casi) gratis.
El anuncio se hizo a espaldas de
la comunidad científica, saltándose un paso fundamental del método científico:
la publicación en revistas científicas. El paso es esencial, pues permite a
otros expertos evaluar el trabajo realizado, tanto desde el punto de vista
teórico (¿está de acuerdo sobre los principios conocidos de la ciencia?) como
el experimental (¿los aparatos están bien construidos, el experimento bien
diseñado y las medidas correctamente realizadas?).
Así que se asistió a un baile de
noticias sensacionalistas sobre la fusión fría; al mismo tiempo que los
científicos trataban de reproducir los experimentos a partir de fotografías,
información de prensa, etc. Entre desmentidos, confirmaciones parciales y
ruedas de prensa de los autores, fue aumentando el escepticismo entre los
científicos expertos.
Al final se creó un comité de
revisión de la fusión fría por el departamento de energía de Estados Unidos que
determinó que la fusión fría no era posible. Resultado que se volvió a
confirmar por un segundo comité en 2004.
¿Cómo puede saltar una noticia
tan falsa a las portadas de los medios de comunicación mundiales?.
Sencillamente, por la falta de conocimiento del público y de la prensa sobre
cómo funciona la ciencia. Basta con decir que “los expertos dicen” o “se ha
escrito”, para que el público piense que aquello tiene visos de realidad. Y
cómo no se tienen conocimientos científicos y éstos son tan complejos, se
tiende a darles credibilidad.
Así que la fusión fría ha
quedado como otra leyenda urbana de la ciencia, perseguida todavía por algunos científicos
(sobre todo sus padres e investigadores que recibieron fondos) … como se sigue
buscando al Yeti o al Sasquach.
Y eso sin contar que “es el tema
central de la película Spiderman-2”, como afirma la wikipedia.