Sábado por la mañana. Desayuno
viendo un refrito del programa “Got Talent”. Un repartidor hipster de cerveza
de mil kilos intentar comer mas de ochenta
flanes en minuto y medio. Sólo consigue comer setenta y dos, mancharse la barba
de flan y provocarse arcadas a si mismo, a Risto Mejide y ,casi, a mi. Después, un anciano de setenta y muchos años
al que tiembla el micrófono (no por nervios) canta una especie de rap bajuno, dedicado
a un amigo al que han abandonado:
“Que te como el pepe,
que te lo voy a comer,
con jamón de pata negra,
y un poquito de paté”
Vuelven las arcadas al jurado (había que
ver la cara de Edurne). A mí se me atragantan los churros. Lamentable.
Por último una chica danza un baile clásico al ¿ritmo? de una música
horrorosa. Sorprendentemente pasa al siguiente nivel, lo cual demuestra el poco
“talent” del programa y del jurado. Hombre, no todo el mundo puede bailar eso,
pero de ahí a “tener talento” va un mundo, cuando hay cientos de chicas como
ella.
¿Qué es lo que nos pasa para que haya personas que se crean que pueden
llegar a ser héroes cuando hacen cosas
estúpidas?. ¿Por qué el talento sólo se busca en lo inútil
o que reporta poco a mejorar nuestra vida?.
Pienso en los antihéroes, aquellos que nunca aparecerán en ”got talent”: alumnos que se matan en el bachillerato para
ser médicos, arquitectos, físicos. Tengo que escribir algo para ellos.
Entonces
me acuerdo de Stephen King, un maestro
de novelas de terror, muchas de las
cuales han sido la base para guiones de grandes películas. Lo que poca gente
sabe es que también escribe novelas, y
muy buenas, de ciencia-ficción y fantasía (como “los ojos del Dragón”). Una de
ellas me recuerda mucho a la etapa por la que pasan los alumnos del
bachillerato.
La
novela se llama “La larga Marcha”. En un país del futuro la sociedad lleva una
vida altamente vigilada por un sistema político muy autoritario. Las únicas
vías de escape son “juegos” salvajes, ofrecidos a todo el pueblo por televisión
las 24 horas. Uno de los mas seguidos es “la Larga Marcha”.
El
juego consiste en andar por una carretera muy larga (tipo la ruta 66 en Estados
Unidos) a un ritmo determinado. Si bajas del ritmo te dan un aviso para que
aceleres. Si vuelves a bajar el ritmo, te dan un segundo aviso y al tercero te
disparan y mueres. No hay meta y sólo
hay un ganador, qué es el único que sobrevive. En el sitio exacto de cada
muerte se levanta un mojón para aumentar la tensión sobre los
participantes . Por supuesto, el ganador
es un héroe y la cantidad de dinero que obtiene es astronómica.
La
novela se centra en el juego pero también, como tema transversal, describe el ambiente
agobiante, el tipo de sociedad carente de libertad que lo soporta. Por ejemplo
uno de los participantes es el hijo del presidente-dictador, que lo hace harto
del autoritarismo de su padre.
El bachillerato es, salvando las
distancias, como una larga marcha de dos años. Con el objetivo de llegar mas
lejos que otros alumnos, tan lejos como la nota de corte de la facultad
elegida. No vale con “andar”, por aprobar. Hay que seguir el ritmo de los
mejores, si es que quieres entrar en la facultad que deseas. Esto último es
especialmente cierto en facultades de ciencias, como medicina o el doble grado
de matemáticas y física.
En la novela hay mojones en la línea de
salida, a los pocos pasos de ella o muy
lejos de ella, pero demasiado cerca de la meta. Igual pasa el en bachillerato:
hay alumnos que ni siquiera vienen a clase y hay otros que se ve desde el
momento cero que no van a dar muchos pasos y dejarán los estudios muy pronto.
También hay corredores que no saben a qué
están jugando y se dan cuenta, demasiado tarde ya, de que no aguantarán el
ritmo infernal y que van a morir pronto. En el bachillerato hay alumnos
que no hacen nada para cambiar el ritmo.
Siguen al paso de tortuga de secundaria, pensando que ya vendrán tiempos
mejores, esperando el milagro de que el profe te apruebe. Por supuesto puede
ocurrir que aprueben…. o puede que pongan un mojón con su nombre cerca de la
meta.
Pero no nos pongamos trágicos: El
bachillerato es una maratón, no una carrera a muerte en un cuento de
ciencia-ficción…… siempre y cuando no
quieras hacer medicina o biotecnología, claro. Pero es una maratón: o
comprendemos la importancia del esfuerzo diario permanente o no llegaremos a la
meta.
Por eso es tan importante para el alumno
comprender en profundidad en qué consiste el juego. Y además hacerlo cuanto
antes mejor. Por eso, y siguiendo el consejo de mi antigua alumna María, que acabó el curso pasado, animo a mis alumnos de bachillerato a leer el
último post que escribí en junio del año pasado.
Sin embargo, donde encontramos mas
diferencia entre la novela y la realidad de los estudios del bachillerato y de
algunas de las carreras profesionales que hay detrás, es el resultado final
para los ganadores.
En la novela eres un héroe, multimillonario
y apreciado por toda la masa social. En la realidad, la sociedad aprecia poco
el tremendo esfuerzo que hay que hacer para llegar a la meta, y más si es una
profesión de servicio público, como médico o profesor.
Es triste comprobar cómo los grandes héroes
de hoy son aquellos que, como en el libro de Stepehn King, sobresalen en el ocio: deportistas (Nadal,
Messi, Marc Márquez, Joaquin), artistas (Madonna, Julia Roberts) o incluso
modelos de pasarela. Pero no se valora
el esfuerzo para ganar de personas que mejoran nuestra vida o la cambian. Personas que nos
salvan la vida (literalmente) pero que nunca serán héroes para la masa social.
Sólo servidores.