"Mis expectativas se redujeron a cero cuando tenia veintiún años. Todo desde entonces ha sido un extra".
La teoría de la relatividad de Einstein se basa en una premisa muy sencilla. Tan sencilla que a muchos físicos teóricos y experimentales de máximo nivel les parecía imposible: la velocidad de la luz es independiente del observador. O lo que es lo mismo, si intentamos medirla nos encontraremos que siempre vale lo mismo…. aunque estés quieto en la Tierra, parado en la superficie de Marte, subido a la Estación Espacial Internacional o viajando a la misma velocidad de la luz en una nave espacial del futuro.
La teoría de la relatividad de Einstein se basa en una premisa muy sencilla. Tan sencilla que a muchos físicos teóricos y experimentales de máximo nivel les parecía imposible: la velocidad de la luz es independiente del observador. O lo que es lo mismo, si intentamos medirla nos encontraremos que siempre vale lo mismo…. aunque estés quieto en la Tierra, parado en la superficie de Marte, subido a la Estación Espacial Internacional o viajando a la misma velocidad de la luz en una nave espacial del futuro.
Pero el desarrollo matemático de la relatividad
(restringida y general) lleva a conclusiones muy complejas como la deformación
del espacio, la contracción del tiempo, ver estrellas detrás del Sol que no
deberíamos ver o fenómenos todavía mas imposibles de imaginar.
Hacen faltas mentes muy potentes y profundas para sondear
las ecuaciones y transformar números e infinitos en sucesos o fenómenos
naturales de cuya existencia o naturaleza no sabemos nada. Un auténtico reto para los físicos: no es ser
capaz de matematizar (reducir a ecuaciones matemáticas) un fenómeno real que
existe y estudio; es ser capaz de resolver una ecuación (o una parte de ella) y
pensar un fenómeno real (del cual no sospecho a priori siquiera de su posible
existencia) que la explique.
Pocos científicos están a esta altura y uno de ellos es
Stephen Hawking (Oxford, 1942). Y lo
consiguió además con una terrible dificultad añadida: con 21 años se empezó a
manifestar en su cuerpo una enfermedad degenerativa muy grave llamada ELA (le llegaron a pronosticar dos
años de vida), que lo dejó paralizado en una silla de ruedas a muy temprana
edad. Pronto su cerebro quedó confinado en un cuerpo atrofiado con poca
esperanza de vida. Lo superó: su mente viajaba por el tiempo y el espacio, allá
donde no hay ataduras corporales; soñando con estrellas masivas y luces de
otros tiempos, cerca del no lugar donde empezó el Universo, donde comenzó el
tiempo, donde nació una promesa de vida que cuajó en un planeta pequeño de una
estrella común en un brazo de una galaxia mas común todavía.
Los estudios sobre relatividad llevaron a Hawking (junto con Roger Penrose) a postular en
1960 que el Universo tuvo que empezar en un estado de densidad de energía
infinita: el big bang del que hablaban algunos físicos como G. Gamow. Teoría aceptada por los cosmólogos y demostrada
experimentalmente por Penzias y Wilson al encontrar en 1965 los
restos de la gran explosión: el fondo de microondas.
En
1970 Hawking indica la existencia de agujeros negros: zonas del espacio actual
donde se dan condiciones parecidas al big bang, lo que se conoce como una singularidad.
Los agujeros negros son zonas del espacio donde una masa muy grande (del orden
de una decena de masas solares hasta millones, o mas, de masas solares) colapsa
sobre si misma, doblando el espacio y encerrando a la materia en una especie de
saco que la aísla del espacio normal y lo curva, de manera que la luz no puede
salir de él.
Si
bien la teoría del big bang se puede “visualizar” a partir del estudio del
universo (si el universo se expande, según demostró Hubble, y retrocedemos
mentalmente hacia atrás en el tiempo nos damos cuenta de que todo él tuvo que
estar concentrado en un espacio muy pequeño o incluso nulo) el concepto de
agujero negro es totalmente ajeno a
nuestra experiencia. Hawking tuvo que pensar como interpretar un
infinito matemático (la singularidad en el espacio normal) en un objeto real
que existe en la naturaleza.
Todos
estos estudios y otros le llevaron a obtener en 1979 la cátedra Lucasiana de Matemáticas de
la Universidad de Cambridge, la mas famosa y exclusiva del mundo, compartiendo
honores con los físicos mas grandes de la historia como I. Newton. Y todo ello mientras la enfermedad progresaba
y limitaba su vida personal (en 1985 se quedó sin habla y solo se podía comunicar
a través de movimientos faciales que controlaba un sintetizador de voz) .
En años posteriores Hawking amplió su fama
entre el mundo fuera del académico, pues a sus logros profesionales, como el descubrimiento de la radiación
Hawking (radiación emitida por los
agujeros negros en su horizonte con el espacio) o sus avances en la necesidad de
unificar la teoría cuántica con la relatividad (que hoy llaman teoría del
todo); unió su actividad como divulgador
científico en libros como “Breve historia del tiempo”.
Fama
que le ha llevado a obtener numerosos premios, aparecer en series de tv y dar
conferencias por todo el mundo. Por ello son muy conocidas sus ideas
personales: la humanidad sólo podrá sobrevivir si coloniza el espacio, el
hombre no debería a contactar con especies extraterrestres (ya sabemos que le
pasó a los indios en Norteamérica), Dios no existe (la ciencia da una
explicación suficientemente convincente
de la naturaleza) o las mujeres son el misterio mas total e insondable que se
conoce.
Hoy
el cuerpo de Hawking colapsó. Pero al igual que sus estrellas colapsan en
objetos maravillosos, su mente colapsó hace tiempo en ideas todavía mas
singulares y maravillosas. Hoy nos abandona el genio. Sus ideas nunca lo harán.