Con este relato he vuelto a ganar el concurso de relatos del IES Llanes, esta vez ex-aequo con el otro participante que se presentó......
EL TIEMPO EN EL ESPEJO
Hubo una época en la que Dorian podía mirarse en cualquier espejo y ver
siempre la misma cara joven y lozana, pero con las típicas marcas que el tiempo
nos dibuja: una peca aquí, quizás un pequeño lunar allá.
Pero en un cierto momento, que ya no recuerda, empezó a notar una
extraña diferencia entre su imagen en el antiguo y desvencijado espejo que su
bisabuelo guardó en el desván y el resto de cristales de la ciudad.
El espejo del desván mostraba el paso del tiempo en su rostro y también,
tuvo que admitir con estupor primero y resignación después, el alma de un hombre en el que no se
reconocía. Era un rostro flaco, deformado por una enfermedad que no sabría
decir cual era, a pesar de ser él mismo un afamado médico. Lucía unas extrañas
gafas y tenía un rictus permanente en su boca, por lo que muy extrañamente
podría hablar, según su opinión. Pero lo mas terrible era el odio con el que
los ojos de esa cara especular le miraba: un odio acérrimo, profundo. Un odio
que no admitiría perdón de ninguna clase.
Por el contrario, los demás espejos mostraban a un hombre joven pero
maduro, en esa edad de plenitud de forma e inteligencia del ser humano. Lo
sorprendente era que esa imagen no variaba con el paso del tiempo, de forma que
cuando la diferencia entre su edad real y la aparente fue demasiado evidente,
no le quedó mas remedio que irse a otra
ciudad donde no le reconocieran y así disimular su secreto: el secreto de lo
que a él le parecía la eterna juventud. Eterna juventud no buscada ni comprendida,
pero real.
Por supuesto, Dorian se llevó el espejo a su nueva residencia. Allí
fingió tener una edad mucho menor que la que su cuerpo afirmaba y observaba
cómo el paso de los años le quitaba poco a poco lo que de nuevo había
construido: amigos, mujer, hijos. Era muy duro tener que desaparecer dejando
atrás todo lo que había llegado a amar; pero nunca se atrevió a confesar a
ningún ser querido lo que parecía ser su triste destino: ser siempre joven en
un mundo de gente que envejece y muere.
Y así pasó Dorian mucho tiempo,
repitiendo ciclos que terminaban con huidas sin explicaciones, sin una sola
palabra de consuelo; dejando atrás mucho dolor. Y en el espejo la cara amargada
de un ser enfermo y deforme, vivo pero muerto en vida. Su cara era la pura
encarnación de una momia viviente; en la que sólo el brillo de sus ojos
denotaba la inteligencia y el odio de su propietario.
¿Qué misterio temporal alentaba su secreto?. Dorian leyó mucho sobre lo
que era el tiempo; pero poco sabía el hombre mas allá de la subjetividad de su
paso y la inexorable cadencia de los minutos, días, años.
Hasta que la ciencia empezó a saber algo mas. El tiempo había empezado
una vez, no era ese río eterno que siempre ha fluido hacia adelante, sin
principio y sin final; mirando siempre al frente, siempre al futuro, nunca al
pasado.
Un joven parecía saber mas sobre el tiempo que ningún otro sabio.
¿Podría ayudarle a comprender?,¿podría, quizás, enseñarle a dar de nuevo cuerda
temporal a esa vida detenida en el mundo real, pero que avanzaba imparable en
el otro lado del espejo maldito?.
–
¿Qué es el tiempo?, ¿cuando empezó?- peguntó
Dorian.
–
El tiempo señala el principio del universo. El
big bang, el momento de la creación del universo, es el comienzo del tiempo- le
explica el joven-. A partir de ahí el desorden del universo, su entropía, debe
aumentar constantemente. Cómo el número de partículas en el universo es enorme,
nos parece que el tiempo siempre fluye hacia adelante. No está permitido hacer
ciertas cosas con el tiempo, porque significaría ir en contra de la flecha del
tiempo, es decir, el aumento ineludible de la entropía, del desorden del
universo.
–
¿Y si yo le dijera que hay tiempos diferentes,
tal vez mundos con flechas que apuntan en diferentes direcciones?.
–
Imposible.-contesta el joven.
Y Dorian le enseña las pruebas
acumuladas de tantos años. Le habla del espejo y del cadáver viviente que le
mira a través del otro lado.
–
Quiero ver el espejo- le dice el joven.
–
No es agradable de ver- contesta Dorian-. ¿No tiene
bastantes pruebas?.
–
No, necesito mas. La magia nos hace ver cosas
que nos parecen ciertas pero que no lo son- argumenta su interlocutor.
–
Bien, comprendo que necesite ver para creer de
verdad-.admite Dorian.
Asi que Dorian vuelve al dia siguiente y desempaqueta el espejo en la
casa del joven. Lo cuelga de la pared y cuando se acerca a él, para su
sorpresa, no aparece la cara avejentada de su terrible gemelo temporal, sino
una silla de ruedas vacía en una habitación lúgubre, oscura, con una puerta sencilla
y cerrada.
–
No refleja mi imagen. ¡Solo una silla vacía!-
exclama Dorian.
–
Me acercaré- dice el joven.
Y al acercarse ambos contemplan no
sus imágenes, sino la silla vacía en la misma habitación en la que se
encuentran ahora mismo.
–
Esto no es un espejo- comenta el joven- mas bien
parece una ventana a otro universo paralelo, conectado con usted de alguna
extraña manera.
–
¿Si rompiéramos la conexión podría seguir una
vida normal?- pregunta Dorian.
–
Como comprenderá no puedo saberlo sin investigar
y pensar a fondo sobre el asunto- replica el joven.
–
Le daré tiempo y le daré el espejo. Pero es algo
sólo entre usted y yo.- le insiste Dorian.
–
No se preocupe, cuando no está usted el espejo
se comporta con la mayor normalidad y no tengo intención de que me tomen por
loco.
–
Ya le llamo cuando sea capaz de saber algo
mas...
Tiempo despúes Dorian y el joven se
reúnen otra vez en la misma habitación.
–
¿Ha cambiado algo mas en el espejo?- pregunta
Dorian-. ¿Me puede ayudar ahora?.
–
El espejo está igual.- contesta el joven- pero
es curioso que ahora el espejo refleja la luz de forma normal a menos que sea
yo el que se pone delante de él. Sólo yo veo la silla. Debe de haberse creado
una conexión entre mi y el universo paralelo a través de usted.
–
No sabría decirle porqué pero es así- continua
el joven-. Sólo cuando yo miro se ve la silla igual. Sin cambios.
–
¿Y eso que significa?- insiste Dorian.
–
Nada en principio. Tenemos una conexión y nada
mas.
–
Pero he pensado que podemos intentar pasar a la
habitación del espejo- dice el joven. Si aplicamos un arco de elevada energía
alrededor del espejo es posible, según mis cálculos, forzar la entrada a través
del espejo. Como una puerta entre dos universos.
–
¿Y quién irá?- pegunta Dorian.
–
Usted, naturalmente- contesta el joven- yo no
arriesgaré mi vida y además debo controlar el proceso desde aquí.
–
De acuerdo- dice Dorian.
El
arco de energía alrededor del espejo brilla con una aurora azul y Dorian entra
a través de el. Allí está la silla y mas allá otra puerta. Cuando mira otra vez
hacia atrás ve otro espejo igual a su viejo enemigo. Pero este sólo refleja su
imagen en la habitación de la silla de ruedas. Un espejo normal y corriente.
Solo eso. Nada mas.
Al
cabo de muchas horas, un desconcertado y resignado Dorian abre la puerta y la
traspasa hacia otra vida en otro tiempo.
El
joven mira como Dorian se esfuma en otro universo y, tras un pequeño fulgor,
observa como el espejo se oscurece por un momento y refleja la habitación en la
que se encuentra. Y nada mas. Prueba
en otra habitación y nada anormal ocurre.
Después
de dias de pruebas se convence de que nada puede hacer y que es mejor no decir
nada de lo ocurrido.
Años
mas tarde, con una mano casi inútil, al cerebro del ya no tan joven Stephen
Hawking le asalta la duda. Va a visitar al viejo espejo y con manos temblorosas
rasga los papeles que lo cubren.
Y
al ver su imagen reflejada, contempla horrorizado a un rostro joven y sin
secuelas de enfermedad. Comprende que su vida se desliza irremediablemente
hacía muchas décadas de sufrimiento, encerrado en un cuerpo inútil del que su
privilegiado cerebro nunca será capaz de escapar. Lo sabe con la misma certeza
con la que es consciente de que en ese mismo instante, a muchos años en el
pasado, un extrañado Dorian contempla su joven rostro en ese mismo espejo que
los atará hasta el fatídico momento en el que Dorian entre en una habitación
con una silla, su silla, en otro tiempo, en otro mundo.
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