Es indudable que a los españoles nos gusta
la polémica, entendiendo por polémica discutir sobre algo. Por supuesto cuanto
menos se entre en el fondo del asunto y menos nos informemos de aquello que no
sepamos o de lo que no estemos seguro con mas pasión se discute: el objetivo es
arrimar el ascua a mi sardina, no que mi argumento sea mas o menos sólido.
Entremos en el fondo de la última gran
polémica en las redes sociales y los medios audiovisuales: la campaña “los
niños tienen pene y las niñas vulva, que no te engañen. Si naces hombre, eres
hombre”. La polémica viene a cuento porque se ha visto como un ataque al
colectivo (LGTB) y a la identidad sexual de alguno niños.
Voy a discutir en este post sobre la
veracidad de la frase de la campaña desde un punto de vista
biológico-lingüistico, sin entrar en valoraciones mucho mas profundas que dejo
a su propia razón.
En la reproducción sexual intervienen dos
individuos diferentes de sexo diferente: macho y hembra. La diferencia
fundamental entre ambos es que el macho produce unas células sexuales (los
espermatozoides) generadas en los testículos y las hembras otras células
sexuales diferentes (los óvulos) que se fabrican en los ovarios. La unión de
ambas (la fecundación) conduce a la formación de una célula con un juego
completo de cromosomas (que contienen el ADN) que corresponde a la de la
especie (las células sexuales sólo disponen de la mitad de los cromosomas). La
célula así formada se divide, crece y forma el nuevo individuo.
¡Pero si eso ya lo sabíamos!. Si, pero a
mucha gente se le “olvida”. Se olvida porque la frase de la campaña hace
referencia a la vulva de la niña (por hembra) y al pene del niño (por macho) y
no habla de los órganos anteriores, que son los que de verdad determinan el
sexo del individuo. Eso y que las hembras de los mamíferos tienen un órgano
especial para desarrollo del feto. Es el útero, del que carecen los machos.
Por lo tanto, si queremos discernir si un individuo
Homo Sapiens es hembra, debemos comprobar si tiene útero y ovarios, no vulva. Y
en el macho comprobaremos si tiene testículos, no pene.
Aunque si quisiéramos saber si un
individuo es macho o hembra mas allá de toda duda, deberíamos hacer un análisis
genético: si sus células tienen la pareja de cromosomas XX, el individuo será
hembra y si la pareja es XY, será macho.
Fácil, sencillo y seguro. Sin embargo tratamos
de identificar el sexo acudiendo a caracteres físicos externos y esto no
funciona. No puede funcionar. El dimorfismo sexual (la diferencia de apariencia
de los dos sexos de un especie) no separa a la especie en dos tipos de
individuos cuyas características están separadas por un precipicio insalvable
(figura 1) sino que hay una frontera difuminada entre ellas, (figura 2). No hay
una forma clara de diferenciar el sexo atendiendo sólo a estas diferencias
físicas.
Así que la frase del
autobús no es científicamente correcta siempre que utilicemos los términos niño
y niña en el sentido de macho-hembra, esto es, cuando tratamos de identificar el sexo (biológicamente hablando) del individuo.
De hecho, el DNI no
identifica el sexo del individuo aunque
así lo ponga en el carné de identidad. El sexo de un individuo Homo Sapiens
no se puede cambiar, pues depende de sus cromosomas y no es posible cambiar los
cromosomas de todas y cada una de las células del cuerpo. Aquí la frase del
autobús rojo es correcta; si naces hombre (XY), serás hombre para siempre. Y ya
sabemos que hoy en día el sexo del DNI sí se puede cambiar.
Pero
todos sabemos que en este caso no estamos hablando del sexo del individuo. Estamos
hablando del género del individuo.
Este es un concepto socio-lingüístico.
El concepto lingüístico es fácil de entender:
hace referencia a una clasificación arbitraria
del idioma en dos o mas clases que pueden hacer referencia al sexo
biológico. En el inglés no existe esa referencia (¡es arbitraria en cada
idioma!) y en el español existen tres (masculino, femenino y neutro). Y digo
“pueden” porque si vemos en África a lo lejos un animal que tiene cuatro patas
largas y un cuello muy largo diremos que es “una jirafa” y no tenemos ni idea
de si es macho o hembra, sólo identificamos a la especie no al sexo.
No
puedo resistirme a la tentación de incidir en lo absurdo del lenguaje
políticamente correcto que nos atosiga a señalar interminablemente la
diferencia entre chicos y chicas, ciudadanos y ciudadanas, etc. Cuando hablamos
de “un ciudadano” no hacemos referencia al sexo. Si queremos indicar el sexo,
debemos de especificarlo utilizando los recursso que el idioma nos brinde.
El
concepto social de género se refiere a un conjunto de roles, comportamientos,
formas de vestir e incluso sentimientos asociados al hombre y a la mujer. Los
conceptos hombre y mujer tienen que ver con el sexo, pues igual que los genes
determinan unas diferencias físicas entre ellos (con esa frontera difuminada de
la que hablábamos), también determinan diferencias psicológicas (con la
frontera entre ellas mas difuminada todavía).
Diferencias
psicológicas mas complicadas de distinguir que las físicas y además fuertemente
influenciadas por el ambiente, la cultura y los convencionalismos sociales del
sitito donnde viva el individuo.
Así
que podemos comprender que haya individuos que se “sientan” de forma distinta a
lo que por su apariencia física parece pertenecer e incluso que cambien sus
sentimientos (“lo que soy”) con el tiempo. Es decir, un Homo Sapiens “macho”
(sexo XY) puede sentirse “mujer” (género femenino) o viceversa, dependiendo de
las circunstancias físicas y sociales que lo forman y rodean.
El
fondo del asunto (a mi juicio) es la falta de disposición por parte de muchos
colectivos a asumir públicamente la diferencia entre sexo y género y las
consecuencias que tal distinción generan.
Porque
no solamente hay personas que se pueden sentir mal porque la campaña del
autobús no haga tal distinción. También hay que saber no calificar a alguien de
machista porque no utilice “hermanos y hermanas” o porque se opine que en el
DNI debería de no poder cambiarse el “SEXO”..… o que se cambie “SEXO por
GÉNERO” en el DNI y que cada uno elija el suyo al cumplir 18 años.
Coincido.. puestos a pedir alguno de los dos en un DNI, debería ser el género, en mi opinión, porque creo que es el conjunto de ideas que nos lleva a expresar lo que somos, y cómo somos, y así mismo cómo queremos ser tratados cara al público, que al fin y al cabo es para lo que lo necesitamos en un DNI. Es algo que uno mismo debería elegir, sin peticiones necesarias para cambiarlo, al igual que por que nombre quieres que te llamen.
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